I. La Nada
Cualquier enunciado que tenga la Nada por sujeto es cierto y falso al mismo tiempo. No es posible porlo tanto dar una definición racional de ella, puesto que no se vislumbra la Nada mediante la razón, sinomediante la anulación de ésta.
II. El nadaísmo
porque nos muestra lo inmostrable. Reivindicamos, como ya hizo Baudelaire, el derecho a la contradicción. Es nadaísta todo aquello que expresa la Nada a través de algo concreto. A partir de la captación de unmomento efímero, el nadaísta suprime el tiempo. Muestra lo eterno.
Es nadaísta todo aquello que conduce al éxtasis. El éxtasis es el contacto directo con la Nada, la
anulación del pensamiento y del tiempo.
La política y la publicidad son esclavas de lo concreto y, por lo tanto, ajenas a la Nada. Quedan, pues,excluídas del arte. Los anuncios y los discursos políticos son los encargados de vender ideas; no el arte, que debe ser libre y no debe vender Nada. El arte comprometido (pamfletario), pese a ser útil en determinadas circunstancias, no es en realidad arte, sino propaganda. Por otro lado ese “arte” de denuncia vive a expensas de aquello que denuncia.
La más evolucionada de las formas en cualquier arte no puede sino adoptar la forma de la ausencia de forma. El que pretende acercarse a la verdad, se acerca a la estructura de la Nada. Esto hace que a veces grandes obras de arte parezcan tomaduras de pelo y viceversa. La música de Schönberg, los cuadros de Pollock, las primeras películas de Resnais y las novelas de Beckett son ejemplos de este arte llevado al extremo, al extremo del éxtasis, de fusión con lo absoluto, de abandono de toda finalidad. Es inevitable que obras de tal calibre generen rechazo puesto que en ellas la impostura del arte no permanece oculta, sino que es evidente, como sucede con las malas obras.
El arte debe ser consciente de su propia mentira y expresarla para anularse a sí mismo. Por eso, el nadaísta es siempre extremo en su estilo. Existen dos formas básicas de hacer evidente el artificio: reducirlo al mínimo o alimentarlo hasta la hipérbole. Por un lado están los nadaístas que recortan el lenguaje de su arte hasta quedarse con unos elementos básicos; por el otro, aquellos que muestran su impostura a través del juego, la desestructuración, el ruido… No hay que confundir la austeridad con la ausencia de estilo. El minimalista crea su estilo a partir del recorte; el ruidista, a partir del juego. Minimalismo y ruidismo se dan en todas las artes nadaístas. Son minimalistas, por ejemplo, Ciorán, Satie y Dreyer; son ruidistas Borges, Sonic Youth y Fellini. Hay incluso nadaístas que oscilan entre ambos estilos; por ejemplo Beckett, minimalista en “fin de partida” y ruidista en “Molloy”. Ambos extremos confluyen en la Nada.
El nadaísta tiende puentes hacia la Nada, abre puertas que llevan del ser al no-ser, diseña carreteras que desembocan en precipicios, conduce el pensamiento hacia sus límites y los hace visibles.
Dios y la Muerte son máscaras de la Nada.
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